LA VIVIENDA WAYUU
Nos hemos propuesto hacer un recorrido por nuestra amada tierra, el Departamento de la Guajira, concentrándonos principalmente en las regiones alta y media. Es todo un reto para nosotros la exploración de cada rincón del territorio Guajiro. Hoy exploraremos la Ranchería, vivienda wayuu.
Pues bien, hoy hemos visitado un resguardo indígena en la “Media Guajira” donde habita la familia Uriana Epiayú. En capítulos anteriores estuvimos hablando con el jefe de esta familia, a quien se le hiciera una entrevista por tratarse de un maestro y artista del arte popular, y un hombre indígena wayuu con amplio conocimiento de su cultura.
Durante nuestra visita, aunque fue por un poco de tiempo, tuvimos la oportunidad de conocer el hábitat; lugar donde la familia wayuu desarrolla sus actividades cotidianas, tales como: preparación de sus alimentos, tejeduría, recreación infantil, labores agrícolas, entre otros.
Hemos centrado nuestra atención y queremos transmitirles a ustedes los lectores de nuestro Blog, el mismo sentimiento que experimentamos al entrar a una de las viviendas llamada “Rancherías” que como ustedes pueden observar, son viviendas de bahareque, construidas con barro crudo, con varas delgadas y cactus secos. También emplean la madera gruesa en sus bases y en sus columnas. Estas humildes viviendas son construidas sin un plano arquitectónico, solo bajo la dirección de un albañil empírico la mayoría de las veces.
Aunque son humildes viviendas, ellas brindan un ambiente acogedor. Brindan bienestar y refugio. Pareciera ser que no son totalmente seguras por su estructura rudimentaria. Pero esas casas están tan bien construidas que pueden soportar aún los fuertes vientos que soplan en la alta Guajira.
Cuando tú llegas a una ranchería, los Wayuu te acogen como huésped de honor brindándote una taza de café caliente. Los niños con su sonrisa inevitable, tímidamente hablan algunas palabras mientras ocultan su mirada detrás de las mantas (vestidos) de su madre, o corren hacia algún refugio que pudiera ser un árbol, debajo de una cobija, el chinchorro u otra persona mayor que les brinda protección.
Los niños no se esconden por temor al visitante, yo diría que lo hacen porque ellos están acostumbrados a convivir solamente dentro de la comunidad y a mirar los rostros de otros indígenas. Nosotros que nos somos indígenas somos llamados por ellos “Arijunas” que quiere decir “hombre blanco, persona no indígena”.
En esta ocasión mientras hacíamos el corto recorrido por la ranchería, conversamos con el jefe de la familia. Observamos el taller de arte, las mochilas tejidas listas para la venta, los chivos y otros animales domésticos, y la alberca donde almacenan el agua. Nos faltó tiempo para explorar, pero lo haremos en una próxima oportunidad.